Si los críticos creen realmente que el gobierno de Biden y el Congreso se equivocaron al sobre-estimular la economía, recortar los impuestos es una de las últimas cosas que deberían hacer.
En las capitales de los estados, tanto los demócratas como los republicanos defienden o aprueban recortes fiscales. Sin embargo, los republicanos parecen más incoherentes en el tema, porque son los que más se han quejado de las excesivas ayudas a la pandemia.
Un buen ejemplo es el gobernador de Florida, Ron DeSantis, un republicano que la semana pasada firmó un recorte de impuestos de 1,200 millones de dólares que, según dijo, era el mayor de la historia del estado y combatiría “las políticas inflacionistas que nos impuso la administración Biden”.
DeSantis ha criticado repetidamente el exceso de estímulo del gobierno federal durante la pandemia, pero muchos economistas sostienen que las restricciones en el transporte y los aumentos de precios de materiales, desde los chips de ordenador hasta el petróleo, fueron tan importantes o más que el gasto federal en la causa de la inflación.
El problema no es si DeSantis tiene razón o no en la cuestión de la causa de la inflación, o en la cuestión de la reducción de impuestos, sino que sus respuestas a esas dos preguntas se contradicen. Si piensa que “gastar e imprimir” era una mala idea antes de que la inflación comenzara a acelerarse, ¿por qué pensaría que una política casi idéntica es una buena idea ahora que la inflación está aquí?