Ser una madre amargada no es una tarea difícil; la dificultad radica en darte cuenta de que lo eres.
Cuando tus hijos están en la niñez o en la adolescencia, están en pleno desarrollo y por lo tanto determinando las conductas que los marcarán de por vida.
A continuación, te mostramos algunas señales que te mostrarán si eres una madre amargada:
• Desde primeras horas del día te conviertes en una mujer que se la pasa dando órdenes. Corrección: haz un reconocimiento positivo a tu hijo y dile cosas agradables.
• Eres pesimista y esperas siempre lo peor, además, se lo dices ya sea con palabras o con gestos.
Corrección: reconoce sus habilidades y talentos y dile que se aproveche de sus fortalezas para contrarrestar sus debilidades.
• Eres una crítica permanente de sus sentimientos y hasta se te olvida que es un niño o un joven inmaduro.
Corrección: Nunca desacredites sus emociones ni sentimientos; mejor que él se sienta apoyado por su madre.
• Solo te concentras en tu estrés y amargura y no escuchas atentamente a tu hijo.
Corrección: escoge una hora especial en el día para escucharlo con atención.
• Casi todo el día te estás quejando, pero no planteas soluciones a los problemas.