Con 8,200 cruces diarios, una red informal de refugios y otras estaciones de paso para alojar y alimentar a los migrantes se ha convertido en un elemento central del plan de respuesta del gobierno.

A medida que Estados Unidos experimenta la mayor oleada de migración en la frontera suroeste en décadas, depende cada vez más de un conducto informal de albergues y otras estaciones de paso para alojar y alimentar a los migrantes a los que se les permite permanecer temporalmente, muchos de los cuales solicitan asilo, y para ayudarles a organizar el viaje desde las comunidades fronterizas hasta el lugar en el que piensan esperar -una espera que podría durar años- sus procedimientos judiciales de inmigración.

Desde que el presidente Biden asumió su cargo el año pasado hasta abril, el gobierno ha admitido a una cuarta parte de los inmigrantes indocumentados detenidos en la frontera suroeste, es decir, unos 700,000 de los 2.7 millones, según un análisis de los datos federales. El resto han sido expulsados rápidamente en virtud de una orden de emergencia de salud pública relacionada con la pandemia, o devueltos bajo otra autoridad legal. El viernes, un juez federal ordenó que la norma, que debía levantarse el lunes, siguiera en vigor y la administración dijo que apelaría.