Todos los viernes, la profesora de quinto grado de Chase pide a los alumnos que escriban los nombres de cuatro compañeros junto a los que les gustaría sentarse la semana siguiente y cada alumno nomina también a un compañero de clase que, en su opinión, ha sido un ciudadano excepcional en el aula esa semana.
Después de que los alumnos se van a casa, la profesora revisa las papeletas: “¿A quién están excluyendo? ¿Quién no se hace notar lo suficiente como para ser nominado? ¿Quién tuvo un millón de amigos la semana pasada y ninguno esta semana?”.
En lugar de ideas para la distribución de los asientos o compañeros de clase modelo, lo que busca son alumnos aislados y solitarios.
“¿Quienes pasan desapercibidos por sus compañeros o está siendo acosados, y quién está haciendo el acoso?”
Desde el tiroteo en la escuela de Columbine (Colorado, EE UU) en 1999, la profesora ha practicado este ejercicio semanal.
A partir de esta simple votación semanal, ella se adentra en identificar la desconexión de su clase entre niños de 10 y 11 años, y encuentra formas de redirigirlos hacia la comprensión y el amor.