En todo el mundo, desde el sur de Asia y África hasta Europa y América Latina, el costo de llenar el depósito del coche, ir al trabajo y cocinar la cena se ha disparado.
Pero en muchos lugares, el salto en los costos del combustible ha sido mucho más dramático, y la miseria resultante mucho más aguda.
Las familias se preocupan por cómo mantener las luces encendidas, llenar el depósito de gasolina del coche, calentar sus casas y cocinar sus alimentos.
Los altos costos de la energía tienen un efecto en cascada, alimentando la inflación, obligando a los bancos centrales a subir los tipos de interés, frenando el crecimiento económico y obstaculizando los esfuerzos para combatir el ruinoso cambio climático.