Un día a finales del mes pasado, cuando las nuevas restricciones al aborto empezaban a tomar forma en los estados de EE.UU., tres mujeres mexicanas cruzaron silenciosamente al país en diferentes puntos de la frontera, con docenas de píldoras abortivas escondidas en sus pertenencias.

La medicación, una combinación de dos fármacos aprobada por la FDA, había viajado por el interior de México en los días anteriores, manejada por una red clandestina de unas 30 organizaciones del país.

Desde que el Tribunal Supremo de Estados Unidos derogó el caso Roe v. Wade, la red ha trasladado una media de 100 dosis a través de la frontera cada día, según los organizadores.