Un voluntario de Nueva Zelanda se ha convertido en la primera persona en someterse a la edición de su ADN para reducir su colesterol en sangre, un paso que puede presagiar el uso generalizado de esta tecnología para prevenir infartos.
Esa pequeña modificación debería bastar para reducir de forma permanente los niveles de colesterol LDL “malo” de una persona, la molécula grasa que hace que las arterias se obstruyan y endurezcan con el tiempo.
Se cree que esta misma técnica podría llegar a utilizarse para prevenir las enfermedades cardiovasculares. Si tiene éxito, podría suponer un uso mucho más amplio de la edición de genes para prevenir enfermedades comunes.