Muchos niños escuchan groserías a diario, especialmente si viven en una zona urbana. A menudo, ocurre cuando los niños juegan fuera o están en el patio de recreo. También puede ocurrir en el hogar, si los niños oyen a sus padres o hermanos mayores usar lenguaje vulgar.
Los niños pueden reaccionar de diferentes maneras cuando escuchan groserías. Algunos niños pueden reírse o imitar el lenguaje que oyen. Otros niños pueden sentirse asustados o molestos. También pueden sentirse curiosos y querer saber más sobre el significado de las palabras.
Los padres y cuidadores deben hablar con los niños sobre el lenguaje que escuchan. Es importante explicar que algunas palabras son inapropiadas y no deben usarse. También puede ser útil proporcionar a los niños un contexto para las palabras que oyen, para que entiendan por qué no se deben usar.