La infidelidad es un tema muy delicado y, a menudo, las personas que la cometen no son conscientes de las consecuencias que puede tener. No solo es un acto de traición a la pareja, sino que también puede ser muy doloroso y causar muchos problemas.

Cuando se habla de infidelidad, siempre hay dos personas involucradas: la persona que la cometió y la persona que fue traicionada. Y, aunque parezca que la persona que fue infiel es la única responsable, la verdad es que la otra persona también tiene una parte de culpa.

Si bien es cierto que la persona que cometió la infidelidad es la única responsable de su acto, también es cierto que la otra persona puede haber contribuido a ello. Por ejemplo, si una persona es muy celosa o controladora, es posible que su pareja se sienta sofocada y busque la libertad fuera de la relación.

Asimismo, si la relación es monótona o si la pareja ya no se muestra cariñosa o atenta, es posible que la persona busque el afecto y la atención de otra persona.

En resumen, aunque la persona que cometió la infidelidad es la única responsable de su acto, es importante tener en cuenta que la otra persona también puede tener una parte de culpa.