Tras un año gobernando Afganistán, los talibanes aún no han sido reconocidos por ningún país del mundo, lo que les ha dejado aislados y cada vez más empobrecidos.
Cuando Estados Unidos y sus aliados abandonaron el país, impusieron sanciones, congelaron 9,000 millones de dólares en fondos del banco central y detuvieron la ayuda exterior que antes constituía casi el 80% del presupuesto anual de Afganistán.
Los gobiernos occidentales citan como motivo de preocupación la marginación de las minorías y las mujeres por parte de los talibanes, así como el temor a que los fondos se desvíen al terrorismo.
Pero mientras tanto, el país pasa hambre. Según un informe del Comité Internacional de Rescate, el 43% de la población afgana vive con menos de una comida al día.