Las altas temperaturas y la severa sequía en el centro-oeste de China han paralizado la generación de energía hidroeléctrica y han provocado el cierre de muchas fábricas, en el último golpe a una economía china que ya tiene el gasto de los consumidores estancado y un mercado inmobiliario muy problemático.
La ausencia casi total de lluvias de este año, unida a unas temperaturas máximas diurnas que han superado los 100 grados Fahrenheit, ha dejado los ríos y embalses con muy poca agua.
Las numerosas presas no pueden generar suficiente electricidad ni siquiera para las necesidades locales, lo que obliga a las fábricas a cerrar hasta una semana.