Las dos terapias -que están diseñadas para actuar uniéndose a la proteína de la espiga del SARS-CoV-2 para neutralizar la capacidad del virus de infectar las células- fueron algunos de los primeros medicamentos desarrollados a principios de la pandemia.
Desde entonces, el virus ha evolucionado, y las pruebas de laboratorio sugieren que las dos terapias (sotrovimab y casirivimab-imdevimab) tienen una actividad clínica limitada contra las últimas versiones del virus. Por ello, también han perdido el favor del regulador sanitario estadounidense.
Los expertos de la OMS han desaconsejado firmemente el uso de ambas terapias en pacientes con COVID-19, revirtiendo las recomendaciones condicionales anteriores que las avalaban.