Durante décadas, la UE ha aplicado algunas de las restricciones más estrictas a la agricultura modificada genéticamente. Eso podría estar a punto de cambiar.
El verano de sequía en Europa ha sido devastador. Los ríos se han secado y las condiciones de calor y sequedad han causado estragos en la agricultura europea. La mayor parte de los campos del continente, faltos de agua, producirán este verano rendimientos inferiores a los previstos.
Como respuesta, algunos políticos europeos están empezando a replantearse la antigua oposición de la Unión Europea a los cultivos modificados genéticamente.
En julio, un miembro italiano del Parlamento Europeo pidió que se flexibilizaran las normas que restringen el cultivo de variedades creadas con nuevas técnicas de edición genética, como CRISPR, para que se cultiven y vendan en la UE.