Ser padre o madre de familia no es una tarea fácil y aunque te esfuerces mucho en hacerlo bien, algunas veces te encontrarás con varios inconvenientes que dificultan más la labor.

Si eres madre de familia, tienes un esposo, sales a trabajar todos los días, eres responsable por el cuidado de la casa y además haces otras actividades, es posible que las cosas empiecen a salir mal, se salgan de control y te desborden.

En momentos así, cuando estás a punto de estallar, son los más pequeños de la casa quienes pagan los platos rotos.

Cuando estás tratando de corregir la rebeldía de tu hijo, debes tener claro que ésta puede deberse a: su forma de ser, problemas en la escuela, problemas en casa, con sus hermanos o como reacción a la forma en que lo tratas.

Debido a las largas jornadas que los padres deben pasar fuera de casa para conseguir el sustento del hogar, los niños pasan mucho tiempo con sus abuelos, quienes con mucho amor los reciben, pero no son los responsables de educarlos ni criarlos porque eso ya lo hicieron y la responsabilidad es solamente tuya y de tu esposo.

Cuando los problemas con tu hijo aumentan porque se ha vuelto un niño grosero, desobediente, estricto, violento y desobligante, es el momento de analizarte y pensar qué estás haciendo por su bienestar: Es probable que para tenerlo tranquilo lo inundes de juguetes, le prestes tu celular para que juegue, le prohíbas salir para que permanezca en casa o al contrario, lo inscribes en muchas actividades para que se canse y se duerma pronto.

Recuerda que sus años infantiles pasan y si no vive una infancia feliz, cuando crezca será un adolescente y un adulto con problemas sobre todo en las relaciones con los demás.

Conclusión: debes hacerte responsable de tu rol de madre y redoblar tus esfuerzos para su bienestar y correcto desarrollo.