Hay muchas razones por las que no deberías abofetear a tu hijo. En primer lugar, es un acto de violencia. Aunque puedas pensar que es una forma de “disciplina”, en realidad estás enseñando a tu hijo que la violencia es aceptable.

En segundo lugar, es probable que tu hijo no entienda por qué está siendo castigado, especialmente si es muy joven. Si tu hijo no entiende el motivo de su castigo, es poco probable que aprenda la lección que pretendes enseñarle.

Y por último, pero no menos importante, abofetear a tu hijo puede hacer que se sienta inseguro, ansioso y/o resentido. Estos sentimientos pueden ser muy difíciles de superar y pueden afectar negativamente el resto de su vida.