Nacida en Cuba, Ángela Álvarez creció amando cantar y tocar el piano de la mano de sus dos tías, y más tarde cogió la guitarra.
La música pasó a un segundo plano después de que su padre dijera que no sería una vida adecuada. Manteniendo los sueños en el fondo de su mente, la música la mantuvo a flote a través de la vida: desde la maternidad a la Revolución Cubana y a la posterior pérdida de su marido y su única hija.
Sin embargo, cuando Álvarez se convirtió en abuela, todo volvió a su mente. Su nieto, Carlos José Álvarez, quería mantener vivo su legado musical.
Lo que empezó como un proyecto familiar se convirtió en un documental, un álbum completo e incluso una nominación a los Grammy Latinos como mejor artista.
Álvarez calcula que ha escrito unas 50 canciones a lo largo de su vida. “Creo que la música es el lenguaje del alma”, dice.