El presidente Biden y el presidente Xi Jinping se reunieron en persona por primera vez como líderes nacionales con un tono de compromiso mutuo que reconocía que ambos países se enfrentaban a los retos del conflicto global y a los vientos en contra de la economía.
Nada de eso ocultó las divergencias que hay detrás de sus desacuerdos, como el futuro de Taiwán, la rivalidad militar, las restricciones tecnológicas y las detenciones masivas de sus ciudadanos por parte de China. Pero tanto el lenguaje de Biden como el de Xi representó una elección de no apostar por un conflicto sin restricciones, sino de apostar por que la diplomacia personal pueda evitar el empeoramiento de las disputas.
“Vamos a competir vigorosamente, pero no busco el conflicto”, dijo Biden en una conferencia de prensa tras la reunión. “Busco gestionar esta competencia de forma responsable”.