El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció el regreso de Brasil a la diplomacia climática después de que el presidente saliente, Jair Bolsonaro, desdeñara el proceso de la ONU e impulsara la deforestación de la Amazonia.
Lula declaró que “Brasil ha vuelto” a la lucha contra el calentamiento global, prometiendo tomar medidas enérgicas contra la deforestación y “castigar rigurosamente” a quienes talen ilegalmente los bosques para la agricultura o la minería.
También se comprometió a reconstruir los organismos de vigilancia y control ambiental que Bolsonaro se esforzó por desmantelar.
Lula criticó duramente el fracaso de los países industrializados a la hora de cumplir su promesa de 2009 de proporcionar 100,000 millones de dólares al año a las naciones en desarrollo para hacer frente a los impactos del cambio climático.