Marchas espontáneas estallaron en todo el país después de que la selección argentina ganara su primer título mundial desde 1986.
En una especie de procesión eufórica que se extendió por todo el país, millones de argentinos desfilaron hacia plazas y monumentos céntricos de ciudades y pueblos, grandes y pequeños.
En Rosario, la ciudad natal de su héroe mundialista, Lionel Messi, desfilaron hasta el Monumento a la Bandera.
Y en la capital Buenos Aires, los hinchas desfilaron por amplias avenidas que apuntaban al centro de la ciudad: una gran plaza centrada en torno a un monumento de 235 pies de altura conocido como el Obelisco.