Al menos 46 personas murieron en el sur de Perú en un extraordinario brote de violencia que suscitó críticas por el uso excesivo de la fuerza por parte del ejército y la policía.
El país ha sido escenario de violentas manifestaciones desde mediados de diciembre, cuando su presidente de izquierdas, Pedro Castillo, que había prometido abordar los problemas de larga data de la pobreza y la desigualdad, intentó disolver el Congreso y gobernar por decreto. La medida fue ampliamente condenada por inconstitucional, y fue detenido y sustituido por su vicepresidente.
Desde entonces, sus partidarios, muchos de los cuales viven en regiones rurales empobrecidas, han salido a la calle para exigir nuevas elecciones generales.
Los recientes enfrentamientos hicieron temer que las protestas siguieran extendiéndose y provocaran más derramamientos de sangre.