Un estudio reciente ha encontrado que tomar una siesta de no más de 30 minutos es la duración óptima para mejorar la memoria y el rendimiento cognitivo. Los investigadores, que publicaron sus hallazgos en la revista Neurobiology of Learning and Memory, examinaron cómo diferentes duraciones de siesta afectan el rendimiento de pruebas de memoria en un grupo de estudiantes universitarios.
Los estudiantes realizaron una tarea de memoria de reconocimiento antes y después de tomar una siesta. Los investigadores encontraron que los estudiantes que tomaron una siesta de 30 minutos o menos tuvieron un mejor rendimiento en la tarea de memoria después de la siesta, en comparación con los que no durmieron o aquellos que durmieron durante más de 30 minutos.
“Nuestros hallazgos sugieren que una siesta de corta duración puede mejorar el rendimiento cognitivo al facilitar la consolidación de la memoria”, señala el autor principal del estudio, Matthew Walker, profesor de neuro-ciencia y psicología en la Universidad de California, Berkeley. “Esto es coherente con el papel neurológico de las siestas en la consolidación de la memoria a corto plazo”.
Aunque el estudio no analizó los efectos a largo plazo de tomar una siesta, Walker señala que las siestas regulares de corta duración pueden tener un impacto positivo en la salud a largo plazo. “Si nuestros hallazgos se confirmaran en estudios futuros, podría haber un argumento a favor de la inclusión de siestas de unos pocos minutos dentro de las pautas de salud y bienestar”, dice.
Los hallazgos del estudio se suman a un creciente cuerpo de evidencia que sugiere que las siestas pueden tener beneficios para la salud. Un estudio de 2017 encontró que las siestas de corta duración reducen el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, mientras que otro estudio de 2018 sugirió que las siestas regulares pueden ayudar a mejorar la memoria a largo plazo.