El costo de los alimentos consumidos en casa subió un 10.4%, mientras que el precio de los alimentos consumidos fuera de casa subió un 8.4%, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos.

Eso es una ligera caída desde el verano pasado, y el crecimiento de los precios está todavía por debajo de la media nacional.

Las facturas de los supermercados son una de las formas más dolorosas en que muchos estadounidenses experimentan la inflación.

A medida que aumenta el coste de los huevos, la leche y otros alimentos básicos, las familias que viven al límite de sus posibilidades económicas se ven obligadas a tomar decisiones difíciles sobre qué comprar y qué no.

Los cereales, los productos de panadería y las bebidas no alcohólicas han experimentado algunas de las subidas de precios más altas de un año a otro.