Aún siendo una situación poco habitual, cada vez son más los matrimonios que deciden no vivir bajo el mismo techo. Esto puede deberse a diversas razones, desde trabajos que requieren estar en lugares distintos, hasta problemas de compatibilidad o incluso elección personal.
En cualquier caso, esta decisión requiere de una gran madurez y compromiso por parte de ambas personas, ya que de lo contrario podría derivar en un divorcio. Aunque vivan en casas separadas, es importante que los cónyuges se mantengan unidos y se comuniquen de manera regular, para que la relación no se vea afectada.
En algunos casos, esta separación puede ser temporal, mientras se superan ciertos problemas o se alcanza un objetivo común. No obstante, en otros matrimonios la decisión de no vivir bajo el mismo techo es permanente, y ambas partes lo aceptan de buen grado.
Sea cual sea la situación, lo importante es que ambos cónyuges estén de acuerdo con la decisión y se sientan cómodos con ella. De esta forma, podrán afrontar este nuevo reto con optimismo y seguir construyendo una relación sólida y duradera.