Las actuales tensiones entre Estados Unidos y China han llevado a muchas empresas estadounidenses a emprender una deslocalización masiva de sus fábricas a México.
Este fenómeno se ha bautizado como “nearshoring”, el inverso del offshoring.
Esto significa que las empresas están trasladando progresivamente parte de su producción a países cercanos a sus mercados y con husos horarios similares, con el fin de minimizar los efectos de las interrupciones en las cadenas de suministro.
Según una reciente encuesta de Prosper Insights & Analytics, las perturbaciones y la escasez en la cadena de suministro pueden tardar hasta 6-12 meses en normalizarse. El mundo está empezando a salir de China del mismo modo que acudió en masa al gigante asiático durante la década de 1990.