Parte de lo que hace menos probable la automatización de algunos puestos de trabajo es el poder de negociación, y los consejeros delegados son extremadamente buenos convenciendo a los accionistas de que son indispensables.
Si dos puestos de una empresa se automatizaran de repente (uno ejecutivo y otro de nivel básico), el empresario dejaría marchar primero al trabajador de nivel básico, porque el valor que hemos atribuido a los directores ejecutivos supera el de casi cualquier otro trabajador.
No obstante, la fuerza laboral en general no se opone del todo a deshacerse de sus jefes:
En una encuesta de 2019, el 30% de los trabajadores dijeron que reemplazarían con gusto a su CEO por un robot.
En una encuesta realizada por The Hustle, el 40% de todos los encuestados dijeron que creían que los CEO deberían estar completamente automatizados.
Hace varios años, Jack Ma, el multimillonario chino cofundador del grupo Alibaba, planteó la hipótesis de que la lógica sin emociones y la eficiencia de la inteligencia artificial acabarían llegando a los altos cargos. En 30 años, sugirió, “es muy probable que un robot aparezca en la portada de la revista Time como el mejor CEO”.
Si el robot jefe de NetDragon sigue superando al mercado bursátil, esa predicción podría no ser tan descabellada.