Durante mucho tiempo, Netflix no prestó atención al intercambio de contraseñas, ya que contribuía a su crecimiento. Sin embargo, el gigante del streaming enfrentó pérdidas significativas de suscriptores el año pasado y se dio cuenta de que el intercambio de contraseñas estaba afectando negativamente sus ingresos, limitando su capacidad para invertir en nuevo contenido. Se estima que más de 100 millones de hogares en todo el mundo participan en el intercambio de cuentas.
Para abordar este problema, tomó diversas medidas para combatir esta situación, como implementar procedimientos más estrictos de autenticación de inicio de sesión y explorar tecnologías que puedan detectar y prevenir el acceso no autorizado a las cuentas. También informó a sus suscriptores en Estados Unidos que compartir contraseñas con personas fuera de su hogar requeriría agregar un miembro adicional a su cuenta por una tarifa mensual de $7.99, o podrían optar por registrarse en una nueva cuenta por completo.
Esta represión al intercambio de contraseñas comenzó a principios de este año en varios países, incluyendo Canadá, Nueva Zelanda, Portugal y España.
Ahora, la astuta estrategia de Netflix para frenar el intercambio de contraseñas está dando sus frutos en Estados Unidos.