La cola para entrar en el bar ha sido durante mucho tiempo un fastidio para los sedientos aficionados al deporte, una apuesta que con frecuencia se traduce en una pinta apresurada, tomada justo antes del comienzo o la segunda parte.
Hace unos años, tras perderse un ensayo clave en un partido internacional de rugby mientras esperaba una cerveza, Sam Pettipher decidió hacer algo al respecto. En aquel momento estudiaba un máster en Administración de Empresas y dedicó su proyecto final de “comercialización de tecnología” a encontrar una forma mejor de lubricar a las multitudes en los eventos.
Su solución: el EBar: Una pared de máquinas expendedoras móviles que sirven pintas con sólo pulsar un botón.
En el Reino Unido hay 40 quioscos automatizados de EBar, que aparecen con regularidad en todas partes y cuando Sam Fender actuó el mes pasado en St James’ Park, el estadio del Newcastle United, para celebrar su regreso a casa, los EBar se desplegaron para saciar la sed de sus miles de seguidores.