El famoso parmesano reggiano italiano, favorito para rematar platos de pasta y ensaladas de rúcula, es uno de los quesos más falsificados del mundo. Ahora sus fabricantes han encontrado una nueva forma de contrarrestar a los imitadores: añadir microchips.
El queso, cuya historia se remonta a la Edad Media, obtuvo la preciada denominación de origen protegida (DOP) de la UE en 1996. Según esas normas, el parmigiano reggiano -el único que puede llamarse parmesano en Europa- debe elaborarse en una pequeña parte del norte de Italia, incluidas las provincias de Parma y Reggio Emilia.
Ahora los productores han puesto a prueba el más moderno de los métodos de autentificación: microchips del tamaño de un grano de sal insertados en las etiquetas de la corteza. Los microchips son seguros para los alimentos, pero es improbable que se coman, dada su ubicación en la dura corteza del queso.