A los estadounidenses les encantan los refrescos. Valorado en más de 413,000 millones de dólares según un análisis, el mercado mundial de refrescos sigue creciendo, ya que la gente compra sus marcas de refrescos favoritas en restaurantes, tiendas de conveniencia y eventos deportivos. Coca-Cola sigue siendo la marca más popular, con Diet Coke, Pepsi, Dr. Pepper y Mountain Dew completando el top 5, según un informe.
Pero detrás de toda esa efervescencia y sabor, esas burbujas que ves aparecer son en realidad gases de dióxido de carbono, un compuesto químico que, junto con muchos otros ingredientes de los refrescos, afecta al estómago.
Una vez que el líquido se ha consumido y entra en los intestinos, nuestro cuerpo calienta el líquido, y el dióxido de carbono se libera en forma de gas y se expande en nuestros estómagos. Este efecto puede provocar hinchazón, malestar, sensación de saciedad y, sobre todo, ganas de eructar.
Además del efecto de la carbonatación en el estómago, el alto contenido de azúcar y edulcorantes artificiales de muchos refrescos puede provocar más molestias digestivas.