Bill Fry, de 61 años, es un partidario de Donald Trump en la zona rural de Ohio y no tiene mucho en común con Matt Edelman, de 29 años, un partidario de Joe Biden en Brooklyn, Nueva York.

Excepto esto: Ambos se preocupan por la legitimidad de las próximas elecciones presidenciales y temen que un resultado que parezca contaminado pueda aumentar la ya desgastada psique de la nación y potencialmente exacerbar la violencia en las calles.

No están solos. Una nueva encuesta muestra que una gran parte de los estadounidenses albergan profundas reservas sobre los resultados de las elecciones pocas semanas antes del día de la elección y están preocupados por las acciones a las que la gente podría recurrir como consecuencia.

La encuesta del YouGov de 1,999 votantes registrados encontró que casi la mitad – 47% – están en desacuerdo con la idea de que la elección “es probable que sea justa y honesta”. Y que un poco más de la mitad – 51% – no están “generalmente de acuerdo en quién es el presidente legítimamente elegido de los Estados Unidos”. La encuesta en línea se realizó el 1 y 2 de octubre y tiene un margen de error de +/- 2.56 puntos porcentuales.
Además, una encuesta del YouGov de 1,505 votantes encontró que el 56% dijo que esperan ver “un aumento de la violencia como resultado de las elecciones”. Esa pregunta tenía un margen de error de 4.2 puntos porcentuales.

Para Fry y muchos otros partidarios de Trump, la preocupación por la legitimidad de las elecciones está ligada a las afirmaciones, en gran parte no probadas, que Trump ha planteado sobre el posible fraude que implica millones de votos por correo que ya han empezado a llegar a los cargos electorales de toda la nación.
Faltan menos de cuatro semanas para las elecciones y el país ha estado enredado durante meses en una serie de crisis que han puesto de manifiesto profundas divisiones partidistas: una pandemia que ha matado a más de 210,000 estadounidenses; una economía que ha perdido millones de empleos como resultado de ello; protestas callejeras por la brutalidad policial que han incluido casos de disturbios; una polémica sobre un escaño en el Tribunal Supremo y el reciente diagnóstico de COVID-19 del presidente, sus principales ayudantes y algunos senadores.