El exceso de muertes por demencia muestra el peligro de que los ancianos pierdan las conexiones en persona. Un parque o una panadería pueden inocularlos contra el peaje de la soledad.

El análisis reciente de los datos federales sugiere que el aislamiento ha contribuido a 13,200 muertes por demencia desde el comienzo de la pandemia. Para prevenir los brotes de COVID, los hogares de ancianos han reducido las visitas familiares y las actividades sociales, como las clases grupales y las comidas compartidas, que ayudan a estimular la mente y a mitigar los estragos de la demencia.

Estos hallazgos nos dicen algo importante sobre los peligros de perder las conexiones en persona para la mayoría de los ancianos que viven en la comunidad. Muchos evitan el aislamiento socializando en espacios religiosos, centros de ancianos y “terceros lugares” como cafeterías, parques y bibliotecas. Las muertes evitables y el sufrimiento del aislamiento aumentarán si no salvaguardamos los espacios públicos que inoculan a los ancianos contra el peaje de la soledad.