La pandemia COVID-19 ha matado a más de 1.1 millones de personas en todo el mundo, incluyendo más de 223,000 en los Estados Unidos. Ha destrozado la economía americana y ha provocado picos en los suicidios y sobredosis de drogas. Su devastación no debe ser minimizada.
Sin embargo, también ha tenido consecuencias positivas, incluyendo, para muchas familias, más tiempo para comer juntos, conversaciones, juegos, noches de cine y paseos en bicicleta. La abrupta desaceleración de la vida moderna ha dado a la gente la oportunidad de profundizar las relaciones y crear nuevos rituales juntos.
“Nos ha encantado el tiempo que pasamos juntos”, dijo Gail Bennett, que vive con su marido y su hijo de 16 años en Greenwich Village, en Nueva York. “Antes, la vida nos empujaba en un millón de direcciones diferentes. Pero desde la pandemia, hemos pasado mucho más tiempo juntos en las comidas, especialmente en el desayuno y la cena”.
Las investigaciones realizadas en los últimos años han correlacionado las comidas familiares con una serie de resultados positivos para los niños: mejores notas, menores tasas de embarazo en la adolescencia, mayor autoestima, mayor probabilidad de asistir a la universidad y menores tasas de abuso de sustancias.
El estudio más completo, publicado en enero en The Journal of Nutrition Education and Behavior, encontró que las comidas familiares regulares están asociadas con dietas más saludables y mejores relaciones familiares.
“No hacemos tiempo para cosas como las comidas familiares”, dijo Bennett. “Sin los mandatos locales y nacionales, de otra manera no lo haríamos”.