Es media tarde, y Shonda Johnson acaba de terminar su tercera cita del día. Su teléfono suena, y es su hijo de 13 años llamando desde casa. Quiere saber si puede comer algo.

“Puedes comer un poco”, le dice. “Bien. ¿Es todo lo que necesitabas? SÍ. Adiós, adiós”.

Johnson, madre soltera y estilista en el Salón de Manos Ungidas, vive como millones de estadounidenses tratando de navegar el delicado acto de trabajar en una economía afectada por una pandemia – mientras que también se asegura de que su hijo, que tiene asma, se mantenga saludable mientras hace el aprendizaje virtual desde casa.

Además de su acto de malabarismo, recientemente ha asumido el papel de cuidadora de su padre que tiene Alzheimer. Ahora vive en su apartamento en Mesquite, Texas. Su hijo, Taylor, dejó su dormitorio para su abuelo, y duerme en el mismo sofá donde estudia durante el día.

Johnson dijo que siente que está en “modo de supervivencia” y que a veces llega a un punto de ruptura. Encuentra resistencia a través de su fe.

“No sé lo que Dios está haciendo, pero confío en él. Y sé que me ha fortalecido para poder ponerme todos estos sombreros diferentes”, dijo Johnson. “Un sombrero de escuchar historias cuando la gente viene y se sienta en tu asiento. Un sombrero de ser madre. Y ahora un sombrero de ser la cuidadora de alguien que me dio la vida”.