Gritar a los niños es una manera que algunos adultos utilizan para imponer autoridad, demostrar superioridad o para hacerse notar; y, aunque en algunas ocasiones el entorno obliga a hacerlo, por ejemplo, cuando hay mucho ruido, esa acción no lleva a nada bueno.
Un estudio demostró que gritarles a los niños daña su cerebro. ¿Por qué?
Los expertos señalan que los gritos afectan la autoestima y limita el crecimiento por temor a un fracaso, porque este no solo los afecta a ellos sino también a su familia.
La Universidad de Pittsburg y Michigan, publicaron un estudio en Child Development, donde se concluyó que gritar es parte de la violencia verbal y pueden provocar problemas de conducta en los niños.
Cuando se grita a un niño, se generan discusiones y peleas con sus compañeros, dificultades de aprendizaje, bajo rendimiento escolar, mentiras a los padres y hasta depresión.
Adicionalmente, gritar a los niños y adolescentes afecta en el largo plazo su conducta, convirtiéndolos en personas antisociales y agresivas.
Los expertos recomiendan que, para cambiar el comportamiento de los hijos, lo mejor es comunicarse a su mismo nivel, ya sean niños o adolescentes.