“Hola, oficina de la Dra. Hummel. Sí, por supuesto. Entiendo.”

La Dra. Barbara Hummel colgó el teléfono de la oficina con un suspiro. Otro paciente cancelando su cita.

Hummel ha estado dirigiendo su práctica privada en Milwaukee desde 1995. Era el trabajo de sus sueños, ya que decidió volver a la escuela de medicina cuando tenía 36 años.

En el apogeo de su negocio, veía unos 16 pacientes al día. Pero desde la pandemia de coronavirus, ha tenido suerte de ver a nueve pacientes entrar por la puerta. Algunos días, tan sólo dos pacientes han aparecido.

Ella es ahora la única empleada de su oficina, trabajando como doctora, recepcionista y gerente de oficina.

“Este último año ha sido duro”, dijo la doctora de 77 años. “Mi consultorio está técnicamente en bancarrota, así que estoy pagando todos mis gastos con mis fondos personales… usando los ahorros de mi jubilación.”

Hummel no está sola. Los consultorios médicos más pequeños como el suyo están luchando por mantenerse abiertos durante la crisis de salud pública mientras el coronavirus continúa presionando el sistema de salud americano. Una encuesta publicada por la Asociación Médica Americana a finales del mes pasado encontró que el promedio de ingresos en las prácticas médicas ha disminuido en un 32%.