Menos 112 es tan frío que la goma se rompe, los metales pueden volverse quebradizos y la piel expuesta se congela casi instantáneamente. También es la temperatura necesaria para almacenar lo que se espera sea la primera vacuna COVID-19.

Con la noticia de la semana pasada de que la vacuna candidata de Pfizer y su colaborador BioNTech tenía una eficacia de más del 90% y podría ser aprobada en un mes, la realidad de mover y almacenar los frascos que salvan vidas entró en escena.

Los pedidos de hielo seco están aumentando y el atraso para comprar unos 15,000 dólares de congeladores ultracongelados de calidad médica es de hasta seis semanas.

“Las ventas han aumentado un 250% desde el primer trimestre”, dijo Dusty Tenney, director general de Stirling Ultracold, una empresa de Athens, Ohio, que fabrica congeladores ultracongelados de laboratorio.

El anuncio del lunes de que la vacuna COVID-19 de Moderna tenía una eficacia del 94,5%, es estable a temperaturas normales de refrigerador durante 30 días y puede mantenerse a temperatura ambiente hasta 12 horas, le quitó la urgencia.

Pero los Estados Unidos necesitarán todas las vacunas que puedan conseguir. El desarrollo de la vacuna de Moderna está ligeramente por detrás de Pfizer, y su capacidad de fabricación no es tan robusta, lo que hace que la cadena de frío requerida por Pfizer sea un problema con el que los departamentos de salud locales tendrán que lidiar durante meses.