Después de sobrevivir al cáncer en medio de la pandemia, todo lo que Lealand, de ocho años, quiere es que Santa Claus entregue juegos para su Xbox.

Para su bisabuela y cuidadora principal, Becky Balzarini, es una historia completamente diferente. Balzarini, de 71 años, ha estado luchando por poner comida en la mesa desde que dejó su trabajo para cuidar a su bisnieto inmunocomprometido. Trabajó a tiempo parcial como ayudante de salud en Illinois, pero dejó de ver a los pacientes para reducir el riesgo de que Lealand se enfermara.

“Fue una decisión difícil, pero tuve que hacerlo”, dijo Balzarini. “Estamos tratando de hacer las cosas lo más normal posible para él”.

Como Balzarini y Lealand, millones de familias que luchan contra la crisis económica de COVID-19 buscan ayuda, muchas de ellas por primera vez, con todo, desde cestas de comida hasta regalos bajo el árbol de Navidad.

El Ejército de Salvación proyecta que 6,6 millones de personas acudirán a ellos en busca de ayuda, frente a los 2,6 millones de la temporada de vacaciones normales, y los funcionarios de la organización dijeron que les preocupa no poder satisfacer la demanda. Muchos líderes de la caridad informan que ellos también están preocupados por satisfacer la necesidad creciente ya que las personas que normalmente estarían dando no tienen dinero.

“Este año hemos visto lo que sólo puede describirse como un tsunami de necesidad”, dijo Kenneth Hodder, el comandante nacional del Ejército de Salvación.