En un movimiento extraordinario que revela el estado extremo en el que el Presidente Donald Trump ha dejado la nación, todo el Paseo Nacional en Washington estará cerrado el miércoles. Se teme que regresen las violentas turbas pro-Trump que asaltaron el Capitolio de los EE.UU. – y la preocupación por la seguridad de Biden, la Vicepresidente electa Kamala Harris y otros dignatarios en la ceremonia al aire libre.

Este año, hay más tropas de EE.UU. en Washington que en Irak y Afganistán. Se han levantado enormes barreras de hierro y hormigón a bloques de distancia de la plataforma inaugural en el Frente Oeste del Capitolio. Un funcionario dijo que los simpatizantes tendrían suerte de ver la parte superior de la cúpula blanca del Capitolio si se presentan.

Se sabía que iba a ser una inauguración inusual, sin reuniones masivas letalmente peligrosas debido a la pandemia de coronavirus, las cuales Trump ignoró. Y el Presidente saliente, todavía mintiendo sobre su derrota electoral, ha dicho que no se presentará, negando a Biden otro importante símbolo de legitimación.

Cuando el mundo observe el miércoles, se llevará una trágica verdad: Dos grandes íconos de la democracia estadounidense, el Capitolio y la Casa Blanca, deben ahora ser sellados dentro de una vasta jaula para protegerlos de la gente a la que sirven.