Las palabras “pasaporte de vacunas” suenan tranquilizadoras, tal vez evocando la imagen de un documento elegante, con páginas en relieve y sellos oficiales de aprobación. Si se presentara en los controles fronterizos, abriría las puertas de los viajes que, para muchos de nosotros, han sido cerradas por Covid-19.
Algunos destinos -como las Seychelles, Chipre y Rumanía- ya han levantado los requisitos de cuarentena a los visitantes que puedan demostrar que están vacunados. Otros, como Islandia y Hungría, se han abierto a las personas que se han recuperado del Covid-19.
Esto plantea la posibilidad de que la prueba de inoculación o inmunidad pueda ser el billete de oro para reanudar los viajes y parece una buena noticia para las personas que están ansiosas por reservar sus vacaciones de verano después de meses de bloqueo, sobre todo a medida que se acelera el despliegue de las vacunas.
Podrían abrir los restaurantes, bares, cines y otras instalaciones de ocio y entretenimiento cuyo cierre durante el último año ha dejado a muchos al borde de la ruina financiera, o ya víctimas de ella.
Empresas tecnológicas como IBM también están intentando entrar en el juego, desarrollando aplicaciones para teléfonos inteligentes o carteras digitales en las que los individuos pueden cargar los detalles de las pruebas y vacunas de Covid-19. Estas aplicaciones están recibiendo el apoyo de las principales empresas del sector de los viajes.
Pero el concepto de pasaportes de inmunidad sigue siendo muy controvertido, y cualquiera que apueste por él para las vacaciones de verano de 2021 podría verse decepcionado. Si bien se argumenta que los documentos de vacunación reconocidos a nivel mundial podrían ayudar a reconectar el planeta, siguen existiendo temores sobre la protección que realmente ofrecen, cómo se podría abusar de ellos y lo que significa para los que todavía están esperando las vacunas. También quedan dudas sobre si serán obligatorias para cualquier viaje y cómo se compartirán los datos personales de forma segura.