Una investigación de la Oficina del Fiscal General de Nueva York descubrió que las muertes por COVID-19 en residencias de ancianos en el estado pueden haber sido subestimadas hasta en un 50%, ya que las malas prácticas de control de infecciones y la falta de personal alimentaron la crisis del coronavirus dentro de los centros de atención a largo plazo.
La investigación reveló que la controvertida política del Departamento de Salud del estado de informar públicamente sobre las muertes por COVID-19 de los residentes de las residencias de ancianos y de no informar sobre las muertes de los residentes trasladados a los hospitales obstaculizó los intentos de mejorar las condiciones dentro de las instalaciones.
El verdadero número de muertes por COVID-19 en residencias de ancianos de Nueva York se acerca a las 13,000, frente a las 8,677 notificadas hasta la fecha por el Departamento de Salud del estado, según las conclusiones de la investigación. Según el informe, es posible que las residencias de ancianos hayan subestimado el número de muertes que han comunicado al Estado.