En el momento en que una persona ataca a otra, las neuronas espejo del cerebro se activan para ponerse en el lugar del otro (empatía), es decir, sentir el dolor del otro y de esa forma evitar hacerle daño.
La principal inhibidora de la violencia es la empatía.
Según los neurocientíficos, nosotros no atacamos a los que nos rodean porque dos zonas del cerebro: la cingulada anterior y la ínsula, nos anticipan el dolor y la sensación de rechazo social que sufriremos si somos agresivos con los demás.
Sin embargo, algunos hábitos pueden impedir que seamos empáticos y nos volvemos insensibles al sufrimiento de los demás.
Un estudio de la Universidad de Columbia, encontró que las personas que ven con frecuencia películas violentas o juegan videojuegos con exceso de agresividad, llegan a tener menos activas las zonas cerebrales que suprimen el comportamiento violento.
QUÉ PASA CON LOS PSICÓPATAS
No todos los cerebros funcionan igual en lo referente a la violencia. Los Dres. Michael Koemings y sus colegas de la Universidad de Wisconsin-Madison, identificaron que los psicópatas tienen un menor número de conexiones entre la corteza prefrontal ventromedial, que es la responsable de la empatía y la culpa, y la amígdala donde residen el miedo y la ansiedad.
Esto llevaría a una pérdida de la capacidad para regular el comportamiento emocional, y explicaría la “frialdad” con que los psicópatas reaccionan ante sus propios crímenes.