De acuerdo con un estudio publicado por el Instituto de Educación de la Universidad de Londres y que se realizó con la participación de 6245 niños y adolescentes, la edad más difícil para vivir el divorcio de los padres es entre los 7 y 14 años.
Emla Fitzsimons, profesora y coautora del estudio dice: «a estas edades, aumenta un 16% la probabilidad de padecer un trastorno emocional, como depresión y ansiedad e incrementa un 8%, los problemas conductuales». Esto se debe que en esa etapa los niños reconocen su individualidad y se empieza a formar su personalidad.
Los investigadores no encontraron una consecuencia negativa en los niños menores de 7 años.
Este estudio demuestra que las rupturas familiares pueden ser confusas y perjudiciales para los niños.
Entonces ¿Qué se debe hacer?
Si los padres no encuentran otra opción diferente a la separación, se debe empezar a preparar a los hijos y hablar con ellos para que no se sientan excluidos y desprotegidos. Hay que ayudar a los niños a canalizar sus sentimientos.
Además, se debe tener en cuenta que si el divorcio es la mejor opción para que tanto padres como hijos estén sanos física y emocionalmente, no se debe dudar en hacerlo y después es conveniente buscar ayuda psicológica para procesar la separación y las emociones.