El Tío Sam está buscando una olla de oro que pueda aliviar el dolor de los déficits billonarios. Y algunos creen que Wall Street podría tener la respuesta.
Durante más de una década, los progresistas han intentado imponer un impuesto sobre las transacciones financieras, sin éxito. Pero hay un nuevo impulso para tal gravamen mientras la deuda nacional se dispara durante la pandemia y a raíz del frenesí comercial de GameStop que arrojó una luz sobre las preocupaciones de la estructura del mercado.
La Casa Blanca dijo el domingo que un impuesto a las transacciones financieras sobre el comercio similar al de GameStop merece un estudio adicional y puede formar parte de una evaluación mayor de dicho impuesto para la recaudación y la estabilidad del mercado. La principal propuesta supone un impuesto de 1 dólar por cada 1,000 dólares de transacciones.
Pero hay una profunda división sobre la conveniencia de un impuesto sobre las transacciones financieras. Los progresistas lo ven como una forma inteligente de frenar el comercio depredador al mismo tiempo que se financian ambiciosos programas destinados a aliviar el problema de la desigualdad en Estados Unidos.
Los opositores, por el contrario, pintan un impuesto sobre las transacciones financieras (ITF) como una pesadilla. Wall Street, que se vería afectado, ya está advirtiendo que un impuesto de este tipo sería contraproducente para Main Street, ya que aumentaría los costes de las operaciones y reduciría la liquidez del mercado.