El Gobierno de Biden ha atacado a Rusia con amplias sanciones y expulsiones diplomáticas, castigando a Moscú por su injerencia en las elecciones estadounidenses de 2020, su ciberataque SolarWinds y su actual ocupación y “graves abusos de los derechos humanos” en Crimea.

El anuncio forma parte de una serie de medidas drásticas en materia de política exterior que el presidente Joe Biden ha tomado esta semana, junto con la decisión de retirar todas las tropas de Afganistán y de enviar una delegación no oficial a Taiwán para expresar su apoyo a la democracia y la seguridad de ese país, en lo que puede ser una señal de un giro hacia una postura global más dura y pragmática de Estados Unidos.

Las sanciones se producen después de que el Secretario de Estado Antony Blinken, en nombre de EE.UU. y sus aliados de la OTAN, expresara su profunda preocupación por la acumulación militar de Rusia a lo largo de la frontera con Ucrania, y dos días después de que la comunidad de inteligencia de EE.UU. dijera en un informe anual que Rusia “presenta una de las más graves amenazas de inteligencia para los Estados Unidos”.