El estallido de ira en Colombia, donde al menos 24 personas han muerto mientras el gobierno reprime las protestas, podría extenderse a otros países de la región que comparten las mismas condiciones combustibles.
Un adolescente muerto a tiros tras patear a un policía. Un joven desangrándose en la calle mientras los manifestantes gritan pidiendo ayuda. Agentes de policía disparando contra manifestantes desarmados. Helicópteros sobrevolando, tanques rodando por los barrios, explosiones resonando en las calles. Una madre llorando por su hijo.
“Estamos destruidos”, dijo Milena Meneses, de 39 años, cuyo único hijo, Santiago, de 19 años, murió en una protesta el fin de semana.
Los colombianos que se han manifestado durante la última semana contra la pobreza y la desigualdad que han empeorado la vida de millones de personas desde que comenzó la pandemia de Covid-19 se han encontrado con una fuerte represión por parte de su gobierno, que ha respondido a las protestas con la misma fuerza policial militarizada que suele utilizar contra los combatientes rebeldes y el crimen organizado.
Esta explosión de frustración en Colombia, según los expertos, podría presagiar disturbios en toda América Latina, donde varios países se enfrentan a una mezcla explosiva de una pandemia implacable, dificultades crecientes y una caída en picada de los ingresos públicos.