Una mujer no puede hablar sin llorar. Otra dice que no esperaba emocionarse, pero cuando empieza a hablar de su madre pide un momento para enderezarse bajo el peso inestable de la pérdida. Otra recuerda la última vez que vio a su madre, separada por un cristal, con la angustia trenzando el aliento que se le atasca en la garganta.
Para las personas que perdieron a sus madres a causa del COVID-19, este Día de la Madre es un recordatorio de un vacío recién abierto. Algunos no celebrarán el día en absoluto. Otros lo celebrarán en silencio.
“Antes de este año, siempre bromeaba con mis hijos y les decía que el Día de la Madre era el día más importante del año”, dijo Ashlyn Fox, cuya madre y abuela murieron de COVID-19 con seis días de diferencia. “Este año, no quiero que exista en absoluto. Quiero fingir que no existe.