Florida y Texas se convirtieron en los últimos estados en avanzar hacia la limitación del acceso al voto tras las elecciones de noviembre, uniéndose a las medidas respaldadas por los republicanos en Georgia, Montana y Iowa. Otros estados, como Arizona, Michigan y Ohio, están considerando sus propios proyectos de ley.

El gobernador Ron DeSantis de Florida firmó una ley que restringe el voto en ausencia, un método popular de votación en ese estado, y amplía una norma actual que prohíbe a los grupos externos hacer campaña cerca de los centros de votación. Los críticos dicen que la nueva ley perjudicará de forma desproporcionada a las personas de color.

La Cámara de Representantes de Texas aprobó la semana pasada una medida similar que también daría mucho poder a los observadores electorales partidistas. Si el gobernador Greg Abbott firma el proyecto de ley, que apoya, Texas se convertirá en uno de los estados más difíciles del país para emitir un voto.

Sin una estrategia legislativa o jurídica eficaz, los demócratas están presionando a sus aliados en Washington y tratando de dinamizar a sus partidarios de cara a las elecciones de mitad de mandato de 2022.

Las nuevas y amplias medidas se hacen eco de la narrativa ficticia de Donald Trump y sus aliados de que el sistema electoral está amañado en su contra. Entre las nuevas leyes, el vilipendio de la representante Liz Cheney y un extraño recuento en Arizona, ha quedado claro lo absoluto que sigue siendo el control de Trump sobre los republicanos.