El gobierno federal está llevando a cabo el mayor programa de estímulo de la historia de Estados Unidos.
El desplome que sufrió la economía estadounidense la pasada primavera fue precipitado. La producción industrial cayó un 12.7% en abril de 2020, la peor caída desde que se iniciaron los registros un siglo antes, ya que industrias enteras cerraron prácticamente de la noche a la mañana. Los viajes en avión, medidos por el número de personas que pasan por los puestos de control de la T.S.A., cayeron un 94 por ciento en un mes: de dos millones de personas el 1 de marzo a sólo 124,000 el 1 de abril. En dos meses, los empresarios recortaron 22 millones de puestos de trabajo, más que en todas las recesiones de los últimos 50 años juntas.
El desastre llegó para los restaurantes, los hoteles, los cines y para miles de otras empresas y millones de trabajadores. Pero las ondas no se extendieron tanto como los economistas temían. El sistema financiero no se derrumbó. Los trabajadores de cuello blanco no perdieron sus empleos en masa. Las fábricas y obras de construcción que cerraron en abril habían reabierto en su mayoría en junio.
Un año después, la recuperación está en pleno apogeo. Los restaurantes vuelven a abrir. Los aeropuertos se llenan. Estados Unidos ha recuperado dos tercios de los puestos de trabajo perdidos la primavera pasada y está cerrando la brecha restante a un ritmo de cientos de miles de puestos de trabajo al mes.