Durante meses, las teorías conspirativas antivacunas habían arrasado la región vinícola del norte de California, incendios invisibles de falsedad que se extendían por algunas de las comunidades más vulnerables del país. Fueron especialmente perjudiciales entre las familias mexicanas y mexicoamericanas de bajos ingresos cuyo trabajo impulsa la gran economía agrícola de la región.

El rumor más común era que las vacunas contra el coronavirus causaban infertilidad, lo que según algunos formaba parte de un complot del gobierno para evitar que los inmigrantes tuvieran hijos nacidos en Estados Unidos. Circularon creencias aún más fantásticas. Hubo sospechas de que había microchips incrustados en las vacunas que podrían ser utilizados por el gobierno para rastrear a los trabajadores indocumentados. Otros la llamaban “La Vacuna de la Muerte” y decían que los vacunados morirían en 10 años. Muchos también creyeron la falsa afirmación de que habían sido necesarios abortos masivos para producir las vacunas.

La desinformación comenzó a extenderse a través de vídeos en español en YouTube y Facebook, redactados en términos densos y de apariencia científica, pero cargados de teorías conspirativas. Las falsas afirmaciones, a menudo difundidas por personas que se describían a sí mismas como médicos, se compartieron decenas y cientos de miles de veces.

Luego, las falsas afirmaciones se filtraron de boca en boca por los campos agrícolas, las bodegas y las cocinas de los restaurantes de Sonoma, donde las comprobaciones de hechos en español no pudieron contrarrestarlas.

La inquietud que rodeaba a las vacunas había provocado una abrumadora vacilación, incluso entre quienes no creían en los elementos más inverosímiles de las teorías conspirativas. Ahora parecía que por cada persona que se había inoculado contra el virus en barrios latinos, había otras dos que se negaban a hacerlo. El escenario estaba cebado por una atención médica raída que solía venir acompañada de grandes facturas de urgencias y un profundo escepticismo hacia el Gobierno que había empeorado bajo el mandato del presidente Donald Trump.