Donald Trump acaba de soltar su mayor mentira.
“No soy yo quien intenta socavar la democracia estadounidense. Soy el que está tratando de salvarla”, dijo Trump en un discurso en Carolina del Norte. Clásico de Trump, crear una nueva y falsa realidad en la que puedan vivir sus millones de seguidores.
El ex presidente ha estado blanqueando su propia culpabilidad en la mortal insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, y también está respaldando decenas de esfuerzos de los legisladores estatales republicanos para levantar una infraestructura que podría ser utilizada para robar futuras elecciones. Ahora, con su respaldo al candidato al Senado de Carolina del Norte, Ted Budd, Trump está haciendo de la aceptación de sus flagrantes mentiras un boleto de entrada para futuras carreras republicanas.
No es sólo en las elecciones que Trump se está moviendo para cubrir el daño causado por su presidencia. Mientras planea su regreso, está liderando a sus compañeros republicanos y a las cabezas parlantes conservadoras en un asalto al jefe médico de la nación, Anthony Fauci. Las teorías de la conspiración se extienden a que Fauci encubrió o incluso estuvo involucrado en el desarrollo del virus Covid-19 por parte de China. Los servicios de inteligencia estadounidenses están investigando los orígenes del virus. Pero el hecho de que no haya pruebas que demuestren las descabelladas afirmaciones sobre Fauci es irrelevante; las especulaciones infundadas ayudan a Trump a desviar la atención de su propio negación de la pandemia y de las consiguientes muertes de cientos de miles de estadounidenses.
La idea de que Trump está tratando de salvar la democracia es risible. Rompió la independencia entre el Departamento de Justicia y la Casa Blanca. Fue destituido dos veces: una por intentar que Ucrania interfiriera en unas elecciones y otra por incitar a un ataque de la mafia al Congreso. Ha convencido a decenas de millones de estadounidenses de que las elecciones de 2020 fueron una estafa. Y ordenó a los líderes republicanos de Washington que echaran por tierra una investigación independiente sobre la insurrección de enero.
